viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Revisarse la próstata es como llevar un paracaídas dando un paseo?


Lo primero que nos viene a la cabeza cuando estamos frente a un cáncer es que nos podemos morir si no hacemos nada o nos podemos curar si ponemos remedio. La pregunta clave es ¿me curaré?, la respuesta no puede ser un sí o un no, puesto que no se sabe, es más práctico cambiar la pregunta por esta otra “¿qué probabilidades tendré de curarme si me opero?” y mejor si se acompaña de estas otras, “¿qué tipo de efectos secundarios sufriré y cuáles serían las consecuencias en el caso de que decidiera no operarme?”. Porque en la realidad existen otras posibilidades además de morirse o salvarse, pero será mejor si lo explicamos con algunos ejemplos.
Supongamos que nos estamos cayendo de un avión, parece claro que sin paracaídas nos matamos y con paracaídas nos salvamos, pues incluso en este caso existen otras alternativas. Si ,es cierto que son tan poco probables que no es muy práctico considerarlas, pero bien podría ser que a pesar de caer sin protección nos salvásemos, existe el caso de una famosa azafata que lo consiguió. Por otra parte, también muere gente que se tira con su paracaídas y no sobrevive por diversos motivos. Algunas personas podrían pasar tanto miedo que morirían de un colapso, tanto con como sin paracaídas, antes de llegar al suelo; a otras sin embargo les daría igual una cosa que otra, ya que al ser suicidas preferirían morir antes que seguir viviendo con el peso de sus desgracias. Pues lo mismo ocurre con cualquier tipo de tratamiento que enfrenta a una enfermedad grave como el cáncer con unos tratamientos arriesgados, el quid es cuán probable es que ocurra cada una de las alternativas posibles. En el caso del paracaídas, ante la evidencia de alguien que se precipita al vacío, sin duda hay que dárselo, de hecho si no se le da lo pedirá a gritos, pero si le ofrecemos el mismo paracaídas a alguien que va paseando por la calle tranquilamente y le decimos que alguna vez podría caerse de un avión y más vale prevenir, seguro que nos tomará por locos. La probabilidad de que sea útil el paracaídas es muy elevada si uno cae de un avión, pero es ridícula si se va caminado por una acera. En el primer caso no caben pruebas para ver qué ocurriría sin paracaídas, en el segundo caso ni tan siquiera serían necesarias, todos sabemos que es algo sin sentido. Pero existen otros muchos ejemplos que también en su día parecieron disparatados, o al menos desproporcionados, ejemplos tales como lavarse las manos antes de operar a alguien o colocarse sistemáticamente el cinturón de seguridad. En estos últimos casos, aun cuando se encontraron pruebas sugerentes de que podrían ser útiles, se hizo necesario demostrarlo. Antes se abrocharon millones de cinturones de seguridad durante décadas para concluir finalmente sin ningún margen de duda que de esta forma se sufrían menos daños en los accidentes, lo que en definitiva significa que llevar el cinturón de seguridad abrochado ofrece mayores probabilidades de supervivencia que no llevarlo.
A la vista de los datos de supervivencia con o sin tratamiento, el caso del cáncer de próstata se parece más al del paracaídas en la acera, y de ningún modo se parece al del paracaídas en la caída libre. Necesita compararse el hacer con el no hacer nada en muchos miles de pacientes durante más de una decena de años para demostrar si sirve de algo, y por los datos que se tienen hasta la actualidad revisarse la próstata no parece ser mucho más eficaz que llevar un paracaídas cada vez que salimos de casa.