miércoles, 18 de mayo de 2011

El dopage y la próstata

Hoy voy a unir dos de mis aficiones para explicar un concepto que atañe a las dos, el ciclismo y la ciencia. El punto en común es la necesidad de diferenciar entre dos conceptos "falsos positivos" y "sobrediagnóstico". Parece que estamos hablando de dos términos técnicamente similares, ya que en ambos se están encontrando indicios de una anormalidad, pero existen diferencias con gran trascendencia. Como ejemplo en el caso del ciclismo podemos usar el hallazgo de una cantidad inmensamente pequeña de clembuterol en la orina de Contador, en el caso de la próstata podemos usar la presencia de sutiles cambios morfológicos en muestras mínimas de glándulas prostáticas aparentemente normales de pacientes por otra parte sanos, vistas con un microscopio de bajo aumento. Si se tratara de falsos positivos de doping, el corredor no habría presentado en realidad ninguna presencia de clembuterol en su orina, tan solo un error en las técnicas del laboratorio habría confundido una sustancia por otra y en sucesivos contraanálisis habría desaparecido el positivo, habría sido por tanto un falso positivo y al corredor no le habría imputado de hacer trampas. Si hubiera sido así, Contador ya hubiera quedado libre de toda sospecha. Pero el sistema de lucha antidoping, es decir el sistema para evitar que se hagan trampas, ha sufrido ante casos previos una grave afectación y se ha intentado perfeccionar todavía más si cabe el sistema detector de sustancias. Se tiende a usar sistemas de detección tan perfectos que sean capaces de descubrir trazas de cualquier sustancia a niveles cuasi moleculares. Se pretende con esto que cualquier deportista que haya estado en contacto con cualquier molécula de la lista prohibida sea apartado sin remedio de su vida deportiva y acusado de tramposo.
Lo mismo ocurre con el cáncer de próstata, cuando alguien sano se arriesga ingénuamente a que le miren el PSA y le sale positivo (la cifra para declararlo positivo se tiende a descender cada vez más), con un gran disgusto deberá someterse al necesario contraanálisis que consiste en una biopsia a través del recto y solo si ésta sale negativa tras varias dolorosas intentonas se le habrá etiquetado de un falso positivo. Pero del mismo modo que ocurre en la lucha antidoping, el problema tampoco acaba aquí, la frustración ante los falsos positivos, en lugar de celebrarlo al no existir el problema temido, ha estimulado la búsqueda de nuevos métodos para seguir descubriendo cantidades de sustancias cada vez menores o células anómalas en próstatas cada vez menos sospechosas de estar enfermas. Esto lleva al segundo término que me gustaría explicar aquí: el sobrediagnóstico.

Si el falso positivo lleva implícita su propia falsedad en el término, se supone que no va a acarrear consecuencias, el deportista quedará sin mancha y el paciente antes o después será devuelto tal cual a su vida normal, el sobrediagnóstico no deja las cosas tal cual. El sobrediagnóstico es el diagnóstico de una enfermedad que nunca producirá sufrimiento, ni evolucionará, ni matará al que la padece, pero inducirá a su etiqueta de por vida y obligará a sufrir los mismos tratamientos mutilantes como si la enfermedad existiera. El sobrediagnóstico surge en medicina cuando se buscan cánceres en fases tan precoces que nadie sabe en realidad si lo son o no lo son, pero ante el miedo se actúa como si lo fueran. El falso positivo puede destaparse son una prueba más específica, pero el sobrediagnóstico usa pruebas a las que asigna especificidad completa, aunque sea de forma tácita, precientífica, e induce a actúar sobre pacientes sanos como si estuvieran arriesgando su vida ante un cancer amenazante.
El sobrediagnóstico ya no solo existe en la medicina aplicada al cáncer, también actúa sobre otros aspectos, y uno de ellos puede ser la lucha antidoping. Las pruebas ultrasensibles son capaces de detectar trazas de sustancias, y esa detección es capaz de corroborarse en distintos contraanálisis con la misma precisión, dando la sensación de especificidad equivalente a las biopsias de próstata. Todo el mundo asigna cáncer de próstata al paciente en quien se ha encontrado tal hallazgo en la biopsia, a pesar de que no se sienta enfermo, a pesar de que no se toque ningún tumor si se vea en las ecografías, ni en los escáneres, a pesar incluso de que la mayoría de los pacientes en su situación nunca enfermarán de próstata por muy viejos que se hagan, a pesar de que la tasa de dichos hallazgos en las autopsias de gente sana sea mucho más elevada que la presencia de total enfermos reales. El desgraciado que se sobrediagnostique de un cancer deberá sufrir el estrés, las operaciones, los tratamientos castrantes y las innumerables pruebas a pesar de estar sano. El desgraciado deportista a quien se le encuentren trazas de cualquiera de las sustancias químicas que invaden el aire, el agua o la comida, no podrá acogerse al falso positivo y deberá sufrir en sus carnes el sobrediagnóstico al que nos conduce una sociedad tan perfeccionista que es capaz de operar a gente sana y de tachar de tramposos a deportistas honrados.

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