sábado, 13 de noviembre de 2010

Un maestro de Alemania

A master from Germany














Estoy leyendo Un maestro de Alemania, de Safransky, acerca de la biografía de Heidegger y su tiempo. ¿Y qué tiene que ver este libro con la próstata, si la filosofía del maestro alemán era acerca del ser y el tiempo?, pues algo tiene, al menos para mí, me explicaré. Como científico que pretende ser uno (aunque no pase de mero técnico consumidor de ciencia) me preocupa lo que leo en las revistas científicas. A menudo se publican estudios de una fiabilidad dudosa, prueba de ello es la constante presencia de conclusiones contrarias en diferentes trabajos llevados a cabo con un aparente respeto al método científico. Cuando no solo se trata de trabajos aislados, sino de auténticas modas que invitan a pensar de una manera y años después de la contraria, uno aún se preocupa con mayor motivo. Pues bien, dado que la filosofía dispone de un apartado que intenta dilucidar cómo llegar al conocimiento de las cosas con cierta fiabilidad, la llamada epistemiología y uno de los autores más lúcidos sobre epistemiología fue K. Popper, en los últimos años me dediqué de vez en cuando a leer este autor. Aprendí de este modo a diferenciar lo que se conoce con criterio científico de lo que se intuye y publica como si se conociera. Curiosamente aprendí mucho más de cómo se hace un estudio riguroso y crítico en "La sociedad abierta y sus enemigos", donde Popper analiza las malicia humana encerrada en viejos respetables como Platón, que en "La lógica de la investigación científica", pero eso importa poco, porque lo que más me gusta de Popper es el rigor y la honradez, en el primer libro los usa y en el segundo los explica. Cuando conocí por accidente a un filósofo mientras tomaba unos vinos y me dijo que trabajó con Heidegger hace 50 años, yo le mencioné a Popper ya que era el único filósofo del que recordaba lo suficiente como para mantener la conversación y tener la posibilidad de que me sorprendiera con algo interesante. Resultó que mi contertulio era ontólogo, como Hiedegger, a quien odiaba como persona pero admiraba como pensador, paradoja esta última que no acabé de entender. De todas formas se trataba de un filósofo famoso al me apetecía conocer, me refiero a Heidegger, así que  compré "Un maestro...". Ahora me encuentro intentando empatizar con los escolásticos y las artimañas de Heidegger para componer el puzzle cuyas piezas son una tesis doctoral, una educación reaccionaria becada por los católicos carcas de su pueblo, una guerra de la que escaquearse y un fenomenólogo de origen judío. ¿La relación de todo esto con la próstata? pues está clarísimo: líese todo lo máximo posible, amenácese con la enfermedad y la muerte y luego ofrézcase la solución milagrosa. Popper lo explica muy bien, conózcase por qué motivo un filósofo escribe algo ya casi se adivinan sus tesis, conózcase por qué unos urólogos americanos recomendaron mirarse de la próstata y se comprenderá por qué lo siguen recomendando contra viento y marea .

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